martes, 3 de julio de 2007

La protección del cine argentino vs. los cinéfilos

La cuota de pantalla es la herramienta que desde 2004 protege la producción cinematográfica argentina estableciendo la proyección de una cantidad obligatoria de películas nacionales por sala en un período determinado.
Esta medida se enmarca dentro del concepto de excepción cultural que propone excluir al arte y sus actividades productivas de las reglas del mercado, para proteger y fomentar el desarrollo de las culturas nacionales frente a la amenaza caníbal de la globalización que encarnan Hollywood y las multinacionales que manejan el negocio del ocio.
La política cultural debe abogar por el acceso y la diversidad: que mayor cantidad de personas puedan ver más tipos de cine. La cuota de pantalla, la media de continuidad (cantidad mínima de espectadores que obliga a mantener en cartelera una película argentina), los espacios del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y los festivales, ambos como circuitos alternativos, son parte de esta estrategia pero lamentablemente no es suficiente.
“En Argentina se estrenan 250 películas y se venden 35 millones de entradas al año, sólo 10 de esas películas se llevan el 50 por ciento de las entradas. Mientras no se ponga límite a la cantidad de copias con las que se puede estrenar una película, las superproducciones o tanques seguirán fagocitando a cualquier otro cine”, opina el redactor de la revista de cine El Amante Javier Porta Fouz.
A propósito de la diversidad, las acciones vigentes intentan poner coto a las distribuidoras norteamericanas sin atentar contra los intereses de los empresarios de las salas locales pero terminan atacando a ese principio básico de la política cultural. “Hace veinte años se estrenaban 30 películas italianas, este año si se estrenaron 5 es mucho”, puede leerse en un foro de molestos cinéfilos.