jueves, 21 de febrero de 2008

Primera vista

El Fitz Roy merece una apartado especial en el segundo capítulo de las vacaciones 2008. Estuvimos dos días en el Chaltén, el primero todo cubierto y llovía molesto. No nos importó y nos fuimos a Lago del Desierto, donde trepamos y llegamos al glaciar Huemul. Es chiquito, en comparación, y está entre dos montañas, como en el borde de un cráter, una olla gigante que contiene un lago de "leche glaciar" -como le llaman al agua de deshielo de un color irreal-, que continúa en un arroyo adentro de un bosque de cuento.
Al otro día, por suerte, amaneció mejor y agarramos el sendero a Laguna Capri -la caminata más fácil, obvio.
Y así apareció él, detrás de una pendiente del camino, de repente.
Es un cacho gigante de granito que irrumpe violentamente en el paisaje -fá! Realmente me impactó, porque no es una montañita común. Quizás porque se notan las paredes de roca, y no tiene ni tierra, ni vegetación.
No sé, pero ahí está para todos ustedes... el Chatén, según los aonikenk "montaña que humea".

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