miércoles, 7 de noviembre de 2007

Butterfly

Ayer fue mi primera vez en la ópera y creo que estuvo muy bien, todavía lo estoy procesando.

La historia de Madama Butterfly es terrible. Ella viene de una familia que lo pierde todo y recurren a un casamiento temporal, lo que suena a eufemismo de prostitución. Pinkerton, el soldado yanqui, la alquila con casa y todo mientras está de paso por Japón. Cio-Cio San, la frágil mariposa, desea tan intensamente evadirse de su ya mísera vida que se enamora del invasor y hasta ofende a su familia convirtiéndose al cristianismo. El soldado vuelve a su patria y se casa con una "esposa verdadera". Desesperada y muerta de hambre, la japonesita que esperó estoica tres años sin noticias, le hace saber a su amado que tiene un hijo y que debe venir a buscarlo él en persona. Pinkerton vuelve, pero con su esposa americana. La mariposa entrega a su hijo, y como no puede vivir con honor, muere con honor cortándose la garganta, como clara señal de su vuelta a la tradición de sus antepasados.
Hoy hablábamos con mis compañeras de trabajo sobre el rol de la mujer en las sociedades orientales (fá!), y surgió el término "juguetes sexuales". Después se asustan del feminismo...

Acá les paso un fragmento de lo que habló el régisseur (el responsable de la puesta) con Página 12 sobre el perfil de Butterfly:
Según el puestista, la japonesa enamorada entra en un sueño, se inventa una novela, se queda adentro hasta el cruel despertar. Como es su costumbre, Pigozzi dedicó mucho tiempo al perfil de cada personaje, sus posibles antecedentes: “¿Por qué a ella no le cuesta tanto renunciar a su familia, a sus costumbres? Seguramente porque ha sufrido mucho, se ha sentido muy oprimida y cree encontrar –además del amor– una nueva vida, con más derechos como mujer y se amarra a esa ilusión. Hija única, seguramente fue despreciada al nacer por su condición femenina. Hay varios aspectos en este personaje: el religioso, el legal, el social... Ella queda fijada a Pinkerton también porque firma un contrato, eso está muy acentuado en la obra. Y el único que puede rescindirlo es él, ella se considera atada a la a ley americana. También tenemos en esta ópera el lado político: se trata de una sociedad, la japonesa, que está invadida por otra cultura que se le impone. El Bonzo representa la resistencia, la censura a ella cuando va a la misión católica. Entonces, el drama íntimo, doméstico, está muy rodeado por todas estas circunstancias. Más allá del exotismo con que se la suele caracterizar, la obra tiene cosas muy críticas respecto de cierta mentalidad norteamericana soberbia, conquistadora. Esto lo subrayé de diversas maneras: todos los cipayos y los norteamericanos entran por la platea y los tradicionalistas lo hacen por atrás; le puse a Pinkerton algunos amigos soldados que vienen a este simulacro de casamiento y comparten su actitud. Por cierto, él no es más que un oficial, no es el capitán del barco cargado de medallas como lo suelen poner: el vestuario de Mini, que viste a Pinkerton y sus amigos de marines provoca la asociación con invasiones norteamericanas más recientes”.

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